Quien más quien menos, todo el mundo ansía ganar la lotería. Imagináoslo: adiós hipoteca, adiós trabajo y a vivir la vida con calma en algún rincón perdido del planeta; por ejemplo. Sin embargo, vernos de la noche a la mañana con las manos y los bolsillos a rebosar de dinero puede tener un desenlace fatal si nos dejamos llevar por la euforia y no sabemos cómo gestionar nuestro recién adquirido tesoro. Otras veces, el premio resulta ser una maldición que viene acompañada de todo tipo de problemas y desgracias.
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