Sin saber muy bien el motivo pero sintiendo, casi por instinto, que tiene que esperar a que sea el último momento, Fermín Blades, un niño de ocho años, está esperando a que sea medianoche para pedirle a sus padres dos cartulinas que tiene que llevar mañana al colegio sin falta. «Podría decírselo ahora pero siento, en el fondo de mi alma, que tengo que esperar a que sea un poco más tarde, a que lleguemos a un punto de no retorno en el que sea virtualmente imposible conseguir las cartulinas», ha declarado Blades.
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