La sobreprotección enfermiza que sufren los niños del primer mundo tocó techo el pasado martes cuando, en un ataque de nervios tras ser expuesto por primera vez al heliocentrismo, Adolfito Furáez comenzó a gritar que todo lo mostrado en el audiovisual El Universo que nos rodea era una vil herejía. El niño acababa de descubrir que, en contra de lo que le habían hecho creer sus familiares durante toda su vida, no era el centro del Universo.
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