Desde que se hiciese pública la posibilidad de que el cohete chino Long March 5B impactase en Madrid, hay un nuevo fenómeno en la ciudad. Cientos de gorillas pasean la calles madrileñas con su mirada atenta al cielo. «Con la dinero que manejan los chinos, si le ayudo a encontrar un hueco para impactar, pueden dejarme una propina cojonuda», dice Ernesto, gorrilla que suele desempeñar sus funciones por el Templo de Debod.
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