El pasado 22 de enero, después de que funcionarios gubernamentales asistieran a un pase privado, el Ministerio de Cultura ruso retiró el permiso para la proyección de La muerte de Stalin, la nueva película satírica del director Armando Iannucci, por burlarse de los dirigentes y símbolos soviéticos. A pesar de ello, el 26 de enero la sala Pioner de Moscú, especializado en películas extranjeras en versión original, emitió la película. Por cierto, con un lleno hasta la bandera. Como era de esperar, agentes de policía se personaron en la sala.
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