Primero fue la planta 13, por aquello de la mala suerte (el número de comensales en la Última Cena, que acabó como todos saben), luego fueron las habitaciones acabadas en 13, por el mismo motivo y ahora le ha tocado al 420, en este caso por un motivo menos dramático pero tambien serio para los hosteleros: las grandes fumadas que se montaban los huéspedes en los cuartos con ese número, emblemático para varias generaciones de fumetas americanos.
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