Durante la década de los 90 la mejor manera de darle un “toque” especial a nuestros documentos era usar los llamados “clip art”, imágenes gratuitas que venían incluidas en las suites ofimáticas de Office y a las que podíamos sumar las que encontrásemos por la red. Eran un recurso muy agradecido en unos tiempos en los que las presentaciones estaban a la orden del día y necesitábamos una imagen de stock que representase lo que queríamos decir, aunque en la mayoría de los casos la calidad del resultado fuese dudosa.
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