Tras meses de letargo, el bote con masa madre que se usó para hacer pan durante el primer confinamiento ha empezado a despertar, a mostrar signos de vida y a retorcerse sobre sí mismo conforme va notando que se acerca un segundo confinamiento, según han informado fuentes de la nevera. A medida que la segunda ola se ha ido haciendo realidad, las bacterias han ido poniéndose nerviosas y mostrándose más activas.
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