Con la Virgen del Rocío ocupándose de lo del paro y algún Cristo llevando de primera mano el tema de la pobreza, las tardes se le hacen eternas al Gobierno. Leer el Marca está bien, pero no da para cubrir tanto tiempo libre, así que al PP se le ha ocurrido un hobby: amputarle el rabo a los perros. Sí, como oyen. Y no es un hobby cualquiera, es un convencimiento, casi. Tanto, que después de haber parecido putos locos con el asunto en el Congreso y haberse quedado solos defendiendo la amputación canina, lo llevan al Senado.
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