A Nicholas Cage lo adoras o lo detestas, justo como pasa con algunos amigos. A menudo suele moverse en el filo de la navaja tanto en sus actuaciones como proyectos, a punto de caer en un montón de estiércol o sobre mullidas almohadas. Un tío que se cambia su apellido de Coppola a Cage por el superhéroe negro de Marvel, Luke Cage, merece todo mi respeto. Además, con aquel movimiento estaba plantando la semilla de algo que podía llegar a ser increíblemente demencial.
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