Damien Rudd estaba buscando lugares tristes en Google. Escribió: «desesperanza». Apareció aquel monte que Eyre nombró sin ganas. Tras aquel hallazgo, Rudd siguió gugleando palabras tristes al azar y así empezó a coleccionar los topónimos más devastadores, solitarios e inquietantes del mundo. Son los forever alone de los mapas. Detrás de cada Sad Topography hay una historia que merece la pena conocer.
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