La música es etérea y no quiere saber nada de quedarse constreñida y reducida el espacio finito de un auditorio. Eso es, quizá, lo que pensaron algunos promotores musicales, y por eso se empeñaron en hacer conciertos en lugares poco habituales: cuevas, azoteas, aviones, el mar, teatros romanos, canteras, iglesias…, cualquier sitio es bueno si lo que se busca es sorprender al público e ir un paso más allá en dar espectáculo a la vez.
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