Hay lugares que no son pretenciosos… Lugares que no quieren ser nada más de lo que ya son y eso es más que suficiente. Son lugares pequeños, modestos, simples, pero no por eso dejan de ser lugares maravillosos que llenan el alma del que los visita desde el mismo momento en el que uno se baja del avión. Laos es, sin duda alguna, uno de esos lugares. Simple, tranquilo, acogedor pero con un alma fantástica y una vibra alucinante que cautivan desde el primer instante.
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