Muchos artistas y diseñadores dicen que tienen un estilo propio. Yo diría que tienen un límite. Habitan dentro de una comfort zone donde pueden desenvolverse e incluso brillar, pero fuera de ella ven muy reducidas sus posibilidades de acción, como el güepardo que solo caza gacelas: basta una temporada sin su presa y el felino muere de hambre. Es lo que llamo la trampa del estilo. Un estilo no se decide a priori. Va apareciendo espontáneamente tras años de investigación, pruebas y errores, de los que surge un hilo conductor...
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