La de formas que hay de pajearse. El ser humano ha inventado una eternidad de procesos, sistemas, herramientas, adornos e intrigas para correrse. No hay mayor desprecio a la naturaleza (a su ley impuesta; en este caso, a su facilidad) ni mayor proeza que la siguiente: teniendo el placer al alcance de la mano, el dedo y la voluntad, resulta que en vez de ejecutarlo y ya (tembleque de rodillas, gemido, espasmo, papel higiénico), se nos ocurre demorarlo, adornarlo, reinventarlo, jugarlo, convertirlo en cultura…
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