Que la monarquía es una institución cuya moral es cualquier cosa menos estricta, simplemente con mirar cualquier revista del hígado tendrá oportunidad de comprobarlo. Bodas, divorcios, infidelidades con más cuernos que en una feria de renos, amantes a cascoporro, homosexualismos, ninfomanías... la disoluta vida de los reyes y reinas de este país ha hecho correr ríos de tinta juzgando la ética (o no) de dichos comportamientos
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