¿Puede una persona robar un club de fútbol, que le pillen y, aun así, quedárselo? Puede. ¿Puede un gestor arrastrar a uno de los equipos más grandes de España hasta Segunda División? Puede. ¿Puede un presidente cambiar 40 veces (no es una errata) de entrenador en 17 temporadas? Puede. ¿Puede una persona que ha hecho todo lo anterior ser tratado por los medios, buena parte de la afición y, ahora, HBO como un tipo simpático, un ogro gracioso, un truhán pintoresco?
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