Los cocodrilos, 700 en total, los llevaron al poblado de Petzael en Cisjordardania como atracción turística, pero la violencia israelí-palestina mantuvo a los visitantes alejados. Los compró un empresario para vender su piel pero fracasó después de que Israel declarase al cocodrilo animal protegido, y prohíbiese su venta como carne o mercancía. Se espera que su número crezca a miles en los próximos años. “No quiero pensar en lo que sucederá si un cocodrilo logra escapar y llega al Jordán, tendremos un incidente internacional".
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