Entre las islas griegas, Santorín debe su fama a algunos de los paisajes más impresionantes del mundo, los que le regaló la Naturaleza a través de una catástrofe de proporciones titánicas que se produjo en una fecha no determinada entre 1600 y 1500 a.e.c. En ese momento adoptó su particular fisonomía: Santorín es una isla con forma aproximadamente de media luna que mira hacia el oeste, rodeando un pequeño mar interior (la caldera). Grandiosos acantilados, inolvidables atardeceres y encantadores pueblecitos blancos son sus señas de identidad.
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