Sufrir un despido es una experiencia traumática y deprimente. Renunciar a un trabajo en el que no eres feliz es una experiencia liberadora. No es de extrañar, por tanto, que el ser humano haya derrochado ingenio a la hora de autodespedirse de los puestos laborales que ha detestado. Con frecuencia, las renuncias se han comunicado con una carta dirigida al superior de turno. Como es lógico, muchas de ellas han contado con un elevado grado de inspiración.
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