Una felación, bajo su definición clásica, no tiene mucho misterio. Un hombre introduce su correspondiente pene en una boca ofrecida, ya sea de un varón o de una mujer, y lo que viene después no requeriría mayores explicaciones si no tuviese un hermano conocido para pocos, que no bastardo. Esta práctica se llama irrumatio en latín, y, como tantas cosas en esto del sexo, tiene una historia detrás.
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