Cuando los yanquis hacían pruebas nucleares en vastas extensiones de campo o de mar, los participantes recibían una especie de ‘credencial de asistencia’. Esto es ya lo suficientemente estrafalario como para echarse las manos a la cabeza. Pero no solo sorprende que hubiera gente que participara en estas pruebas y que les dieran un papelito que acreditara su presencia: la guinda del pastel la pone el aspecto de las cartulinas de marras, a medio camino entre la caricatura y la creación de un niño de preescolar.
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