Tras las últimas multas y condenas de la Justicia española a diferentes humoristas, como la que obliga a la Revista Mongolia a indemnizar al extorero José Ortega Cano con 40.000 euros por un chiste sobre él, un humorista se ha visto obligado a pedir una hipoteca para poder seguir haciendo su trabajo. “El banco me ha concedido la hipoteca a 30 años, así que dispongo de tiempo para prepararme bien el chiste”, apunta esperanzado. “Es una inversión”, dice. La mayoría de humoristas sólo se puede permitir uno o dos chistes en su vida.
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