Recientemente ha abierto en mi pueblo una nueva cafetería: es amplia, tiene un ambiente muy agradable, un café decente y unas camareras encantadoras. Y luego está la música. La música, cómo decirlo… es un atentado contra el buen gusto: los días buenos suena algún ritmo sabrosón, lejanamente reguetonero, para animar el desayuno del personal. Los regulares se puede oír ese pop aflamencaó que anega la programación de Cadena 100 y que casi (casi) te hace añorar a Estopa.
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