Recogemos al Javier Maroto de cartón en la Glorieta de San Bernardo (Madrid). Sube al coche, se coloca en la parte de atrás y deja que le guiemos hasta Sotosalbos. Le abrochamos el cinturón y empezamos el viaje. Al pueblo llegamos a media tarde, justo a tiempo para ver el mercado medieval. “¿Quién es este?”, preguntan nada más aparcar. “¿Dónde vive, vosotros lo sabéis?”, comenta otro vecino. “¡Ya era hora de que viniera!”, se sorprenden muchos. “¡Se te ve muy bien!”, bromea un último, abrazándolo.
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