Si hay una frase paradigmática en el mundo estadounidense de los timos es la que dice que si eres demasiado crédulo, entonces «I have a bridge to sell you» («tengo un puente que venderte»). Porque, claro, ¿quién iba a creerse que alguien podría tragarse que le venden muy barato el derecho a cruzar alguno de los puentes de Nueva York? Pues parece que había suficientes incautos como para que George C. Parker consiguiera colocarlos un buen número de veces, hasta que finalmente dio con sus huesos en la cárcel.
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