Antigastronomía. Apúntenlo quienes tengan unos impulsos emprendedores que ninguna práctica terapéutica seria haya sido capaz de reprimir. Y ya que resulta inevitable que estos emisarios del mal tomen posesión de bares, tascas, cantinas y restoranes —siempre atentos a la oportunidad de presentar cuentas de importes legendarios a una clientela que aún se encuentra enfrascada en una lucha sin sentido con unas vajillas de formas geométricas venidas de mucho más allá de Kandor, o de Otoh Gunga, o de donde moran y esperan Todos Aquellos—,
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