"Por favor, ayúdame a ser puro". Son las palabras que Garrard Conley dirigía a su Dios una y otra vez, con la esperanza de que quizá así dejaría de ser gay. A lo largo de su infancia y su adolescencia en la América profunda, el muchacho escondió su sexualidad. Fue educado en la tradición del fundamentalismo cristiano, según el cual el infierno existe físicamente y sentir atracción por personas del mismo sexo es una enfermedad y un pecado. Con 19 años, mientras su padre se preparaba para ser ordenado pastor baptista, fue violado....
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