Todo comenzó por una denuncia del gremio de lecheros de la capital en donde se cuestionaba la legalidad y la sanidad de vender leche condensada y después reconstruida por un tal Sr. Ceñal, el cual ante la orden del inmediato cierre de su negocio hizo las alegaciones pertinentes y pleiteó hasta el punto de proponer un estudio químico bacteriológico en los Laboratorios Municipales y donde intervinieron los profesores de dicho establecimiento Srs. Madrid Moreno y Gómez Salas, así como Francisco Castro como perito por parte del denunciado.
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