No importa lo felices (o infelices) que hayamos sido con nuestra ex pareja. No importan los sentimientos experimentos, ni los secretos verbalizados, ni los pactos contra el mundo llevados a cabo bajo las sábanas. No importan las promesas, ni esa trepidación que sentíamos a perdernos en la mirada del otro. Cuando cortamos con nuestra pareja, con el corazón hizo trizas, generalmente llegamos a pensar que nuestro ex era peor de lo que era (en algunos casos, los ex se llevan bien, que quede claro).
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