Mientras escribía este artículo, he imaginado cómo sería haberme enfadado terriblemente con mi familia y haber cortado toda relación con ellos. Lo cierto es que enloquecería. Es muy difícil vivir sin raíces. Cuando, en alguna ocasión, he conocido a gente que había roto completamente con sus padres, he intentado adivinar cómo han conseguido sobrevivir en una sociedad en la que todo parece encaminado a la familia, a una cena de Nochebuena multitudinaria en la que te encuentras con gente con la que no tienes nada en común.
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