Hace no tanto que ser un frikazo, al igual que ser homosexual, era una desgracia del mismo nivel que un acné desmesurado o la mayoría absoluta de Rajoy: un estado en el que lo deseable era durar lo menos posible. A golpe de electroshock si hiciese falta. Sin embargo, con mucho esfuerzo y dedicación se logró sacar, aunque solo fuese un poco, al frikismo de esa categoría. De ser los secundarios de los que chancearse, los freaks pasaron a protagonizar series de desmesurado éxito como ‘Big Bang Theory’ (...)
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