Mientras lo políticamente correcto arrolla a una sociedad expoliada yo me permitiré el lujo, antes de que llegue el día del juicio final, de contarles cómo me ha salido una nueva novia, a la que llevé a cenar tras una buena caminata bajo la lluvia, con lo que les jode a las asiáticas caminar más de sesenta metros. Estaba en Bangkok, y aunque ame profundamente la cocina tailandesa, fuimos a un japonés de Hiroshima. Lo importante era molestar o parecerlo. Porque sólo en los albores de una relación puedes salirte con la tuya. O parecerlo.
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