La videoconferencia estaba conectando a cinco delegaciones de una empresa eléctrica china durante la mañana del pasado día 12. En el momento de un descanso, un directivo de la oficina de Guangzhou tuvo la disparatada idea de disfrutar de un momento de intimidad con una compañera de trabajo. El resto de los participantes observaban, entre estupefactos y envidiosos, la caídita de Pekín del jefe de Guangzhou y alguno de ellos grabó la escena.
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