En concreto, decidió aceptar la invitación para instalarse en una de las islas griegas propiedad de un magnate de aquel país. Fue en un avión privado de un amigo multimillonario y con él había, entre otros, una de sus amigas íntimas y de quién se especuló que en el pasado habían tenido algo más que amistad, la decoradora mallorquina Marta Gayá de quién hace poco explicábamos que se había vendido la casa de Palma que tenía desde hacía años.
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