“Dios ha muerto. Dios sigue muerto” anunciaba el filósofo Friedrich Nietzsche en su libro “La gaya ciencia”. Hoy, 133 años después de aquellas declaraciones, Dios ha admitido a través de la Santa Sede que se hizo el muerto para mofarse de este autor y demostrar que “tras su soberbia se escondía la ingenuidad de un niño”.
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