Actualmente tengo dos pares cuyo daño es irreversible. Cuando los saco de la lavadora, soy precavido en el trato para que no se terminen de deteriorar. En tiempos de Marie Kondo, los conservaré hasta que se rompan por completo. Lo que sí tiene sentido es preguntarse ¿por qué me niego a echarlos a la basura? En tiempos de Marie Kondo, hago el ejercicio que la japonesa planeta en su exitoso programa: saco todo, lo pongo en una pila, sostengo cada objeto con los dedos índice y anular y, al interrogante "¿esto me hace feliz?", contemplando las medi
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