Según los expertos, hay que controlar la peligrosidad del ángulo de penetración así como el peso que se esté apoyando sobre el pene, pero no sólo eso. Como explica el doctor Kat Van Kirk en Metro, hay prácticas de lo más habituales que también pueden poner en riesgo la estabilidad de la erección y derivar en ese agónico y doloroso crujido que se traduce en una rotura (por otra parte, reparable vía cirujano).
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