Hace diez años, James Cameron (Terminator, Titanic) asaltaba los cines mundiales con su nueva superproducción. Avatar comenzaba como un neo-noir futurista de agotamiento de recursos y huida humana al espacio (con Blade runner en el recuerdo), pero estos pasajes devienen casi un tráiler de una película no rodada. Porque el filme tomaba otro camino: una narración de aventuras exóticas condicionada por una ambientación y un enfoque sci-fi y complementada con espectaculares escenas de acción que incluían naves de combate y soldados con exoesqueleto
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