Normalmente, cuando abro el buzón de casa, me encuentro el tipo de cosas que cualquiera podría esperar encontrarse en el suyo: el recibo de la luz, propaganda del local de kebabs de la esquina, el recibo del agua, propaganda de agencias inmobiliarias que se ofrecen para tasar gratis tu vivienda, el recibo del gas, alguna carta de Hacienda (estas siempre acojonan), etc etc. Lo que nunca podía imaginar es que alguien iba a deslizar en mi buzón un sobrecito ¡con una carta manuscrita! J
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