Seguramente nunca sabrás de esta carta y hasta es posible que ni reconozcas quién te la puede estar leyendo; pero si tienes a alguien que lo puede hacer, aunque lo ignores, ni te imaginas tu suerte y el dolor, la fuerza y el amor no correspondido que cada día saca de algún sitio quien te la lee. Y tú no tienes la culpa de no corresponder a su entrega porque se te rompió la mochila de los recuerdos y poco a poco te fuiste quedando sin nombres propios, sin pasado, sin historia.
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