Como es sabido, hay árboles de hoja perenne y árboles de hoja caduca. El aspecto de estos últimos va transformándose a lo largo de las cuatro estaciones del año. En primavera estrenan follaje, cuyo intenso verde va haciéndose más frondoso conforme avanza el verano, ofreciéndonos a los seres humanos acogedoras sombras que dan frescura y solaz a nuestras vidas. En otoño renuevan su vestuario hacia las gamas de los rojos, los amarillos o los anaranjados, una verdadera delicia para la vista.
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