Cuanto menos atractivo y compatible con la vida sea el planeta, menos posibilidades hay de que ningún tirano quiera conquistarlo. Esta es la tesis que hay detrás de la decisión de Bruselas de relajar el control de las emisiones y potenciar fuentes de energía más contaminantes para, por un lado, compensar la falta de gas ruso y, por otro lado, empeorar aún más las condiciones de vida del planeta Tierra para que este deje de ser tan atractivo para Putin.
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