Eso de que “una vez acabado el juego, el peón y el rey vuelven a la misma caja” queda muy bonito para decir que, al final, todo el mundo termina sacando un billete de ida para el otro barrio. Es cierto, pero solo hasta cierto punto: cuando nos llega la hora, ricos y no tan ricos tenemos que estirar la pata, pero siempre ha habido clases. Hasta para despedirse de este mundo.
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