Es la razón por la que tantas tarjetas aún tengan datos en relieve. Cuando alguien quería pagar con tarjeta de crédito, el proceso era el siguiente. En primer lugar, se le pedía la tarjeta y se comprobaba que no fuese robada. ¿Cómo? Con el Boletín de Tarjetas Anuladas, una publicación en la que se recogían todos los números de serie de tarjetas dadas de baja, extraviadas y robadas. Si la tarjeta aparecía en el boletín, el comerciante debía quedársela y avisar de ello al Centro de Autorizaciones, que le recompensaría con 10.000 pesetas.
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