Cualquiera que se haya enfrentado a montar un mueble de Ikea, a programar el vídeo en modo grabación o a seguir una receta de cocina de autor, sabe que inevitablemente existe un punto de cortocircuito entre la mente de quien impartió las instrucciones y la que las recibe, un muro de metacrilato de incomprensión que los croquis e ilustraciones, lejos de derrumbar, perpetúan.
|
etiquetas: strambotic , gilipoyas , instrucciones , cacharros