Uno de los mayores regalos que me llevé al empezar mi relación con la fotografía fue el aprender a fijarme en la luz de manera activa. Nos pasamos la vida corriendo encerrados en nuestro propio mundo y muchas veces nos hacemos insensibles a lo que ocurre a nuestro alrededor… Especialmente aprendí a mirar al cielo y te aseguro que no hay un solo día que no encuentre algo interesante. Y así aprendí a ver lo que muchos ya sabían: las horas mágicas (la hora azul y la hora dorada), los diferentes crepúsculos y ocasos.
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