Desgraciadamente los recreativos de la época no eran esos lugares family friendly que salen en las películas estadounidenses. Estos eran antros llenos de hijos de puta a los que, si les hubiesen presentado el concepto de bullying lo habrían cogido, le habrían quemado la chaqueta, apalizado en un rincón y tirado a una acequia. Así las cosas tuve que emigrar a lugares más tranquilos para continuar con mi afición.
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