Juan Martín Del Potro resbaló en el césped de Queen’s y sintió un crac que le presagió lo peor. Con la rodilla rota, ganó el punto y siguió jugando. Durante esos minutos vivió una lucha interna entre el ser que compite y el ser que padece hasta destrozar su cuerpo. No volvió a jugar durante los novecientos sesenta y cinco días siguientes al tenis profesional.
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