Los romanos acudían a la barbería para afeitarse, a pesar de que algunos sectores de la sociedad lo consideraban práctica propia de griegos y hombres afeminados. Pero cuando Escipión el Africano decidió hacerlo todos los días, el acto de afeitarse se vistió de gran prestigio social.
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Añadiría una anécdota que no sale en el vídeo: cuando Escipión Emiliano fue a hacerse cargo del asedio de Numancia, se quedó patidifuso al ver cuantísimas pinzas de depilar había y lo depiladitos que estaban todos los legionarios, así que mandó fundirlas para hacer puntas de flecha; lo que nos dice que incluso en campaña y en un asedio brutal, antes muertos que sin Sila.